martes, 4 de diciembre de 2018

Macron: En Marche arrière

Pero qué más puede hacer un muchacho pobre
Excepto tocar en una banda de rock'n'roll
Porque en la adormecida ciudad de Londres
No hay cabida para el Hombre que lucha en las calles.

"Street Fighting Man" (1968), The Rolling Stones





Emmanuel Macron decepciona

"A monsieur Macron le preocupa el fin del mundo, pero a nosotros nos preocupa el fin de mes", declaraba enfático un gilet jaune en la radio. En Francia, país fundado sobre la mitología de ese inolvidable invierno de 1789, en que los furibundos sans culottes salieron a las calles a degollar y a desestabilizar la monarquía para fundar la République, esto de las manifestaciones masivas son algo serio ⎯ muy serio. La Comuna de París (1871) se nos viene a la mente pero sobre todo está aún fresco en la memoria viva el Mayo de 1968 (ver epígrafe).

En principio Chile Liberal expresaría simpatía por los chalecos amarillos: subir impuestos es anatema al ethos de nuestro sitio. No obstante, también hemos sido fervientes partidarios de los impuestos al carbono como medida imprescindible para revertir el cambio climático ⎯ la más grande amenaza que enfrenta nuestra civilización desde el miedo a una guerra nuclear con la URSS. El impuesto al carbono, en el marco de los llamados "impuestos verdes", de Macron es lo opuesto a la postura obtusa del gorila en la Casa Blanca. "Disfrútenlo!", dijo Trump por Twitter ante la brusca caída del precio del petróleo (que explica el colapso venezolano). Pero si no aceleramos ahora la transición a las energías limpias, entonces, ¿cuándo? Los impuestos verdes son un paso doloroso pero imprescindible.

En Marcha a ninguna parte
Pero Macron pasa por un momento aciago y esto quedó en evidencia cuando Sebastián Piñera visitó París hace unas semanas. El presidente francés soslayó una rueda de prensa junto al mandatario chileno no por molestia ante la increíblemente estúpida visita del chileno a Sarkozy, o por la afronta al prestigio de Francia al no nombrar un embajador. No. Macron pasa por problemas domésticos gravísimos. No quiso enfrentar a la prensa porque estuvo semanas enfrascado en un tortuoso cambio de gabinete sólo para comprobar que no cuenta con mucha gente de confianza y que sus ministros estrella lo habían abandonado apenas empezó a balancearse el barco.

El verano septentrional fue muy duro. Un video colgado en las redes sociales mostraba a un agente de policía golpeando brutalmente a unos manifestantes. Excepto un detalle: no era un policía sino Alexandre Benalla, uno de los hombres de mayor confianza de Macron, encargado de la seguridad del presidente de la república y quien comandó el resguardo del bus durante el regreso triunfal de Les Bleus a París. Ese mismo sujeto, que jamás ha sido funcionario policial, apareció con una jineta de policía actuando como bestia sádica. La prensa, sin nada que hacer en el asueto veraniego, se dio un festín con la ineptitud e irresponsabilidad del mandatario francés. Castigado Benalla con un par de días sin sueldo, quedaba en evidencia que la Policía se manda sola bajo el gobierno de Macron.

Macron acabó por desaparecer varios días, extenuado físicamente, poco después de la visita de Piñera. Ahora, con miles de manifestantes en las calles, es el jefe de gabinete a quien se ha visto completamente exhausto. Este era un gobierno liderado por un dinámico banquero de 39 años, símbolo de la réussite a la francesa, un winner que lejos de un EEUU alicaído y de un Reino Unido replegado nos mostraba una Francia winner, hiperconectada y energética, la nueva líder global que el mundo necesita.

Pero el macronismo viene chirriando de antes. Las cifras económicas no acompañan al ex banquero Rotshchild. Una que otra huelga congregaba más reporteros que manifestantes pero en el panorama político no tiene contrapesos. Macron pulverizó a la derecha conservadora, hizo derrumbar el establishment socialista (el Partido Socialista, de hecho, feneció), destruyó a la ultraizquierda y como sabemos, en la segunda vuelta, barrió el piso con el Frente Nacional de Marine Le Pen. Ni siquiera los sindicalistas pudieron contra Macron. Le Roi Macron, se le llamó.

La contestación social esta vez vino desde las mismas coordenadas de donde salió Macron. Recordemos que el presidente francés formó su alianza política por las redes sociales. En Marche!, renombrada luego "La República En Marcha!", no es un partido como tal. Esa misma energía luego la capitalizó con una abultada representación en la Asamblea Nacional.

Pero realmente falta la estructura tradicional, como quedó en evidencia al ser incapaz de formar un gobierno y de verse rodeado de matones e inexpertos. Los diputados de En Marche! son cool, hay varias muchachas bastante guapas, todos exudan vitalismo con sus iPad y sus tazones Starbucks. Los chalecos amarillos usaron las mismas redes para decirle Non al impuesto a los carburantes y expusieron a los parlamentarios oficialistas como gente hiperconectada con problemáticas globales como el cambio climático pero totalmente desconectados de cuestiones elementales como lo es llegar a fin de mes.

Francia es un país bastante curioso. La Francia profunda es esencialmente conservadora y esto se expresa en las urnas. La Cinquième République ha visto principalmente triunfos de la derecha, en el gobierno y el parlamento, pero la legislación se ha redactado en las calles con protestas y huelgas de todo tipo. Esta anomalía fue tolerable durante los Treinta Gloriosos, el período de fuerte expansión económica que siguió a la II Guerra Mundial. Pero el sistema de seguridad social y laboral de aquella época es incompatible con la realidad actual. Urge un hombre fuerte que tenga el coraje de la Thatcher. Los franceses pensaron que Sarkozy era el indicado. No lo fue. Esta vez, un hombre ajeno a la política haría una transición serena, coherente y racional cartesiana, si me apuran a la economía del conocimiento alimentada con energías verdes y limpias. Pero todo indica que Macron no lo está logrando.

El error brutal fue dar el puntapié inicial a su mandato con la supresión del impuesto a la fortuna. Esto fue tan absurdo como el primer acto de Sarkozy después de ser elegido: una opípara cena en un lujoso restaurante en los Campos Elíseos con los grandes empresarios de Francia. No puedes acurrucarte con los ricos del país y bajarle impuestos a ellos para acto seguido pedirle a los pobres que se aprieten el cinturón y subir el precio a los combustibles con un impuesto inherentemente regresivo.

Para la niña bien que se desplaza por las calles parisinas con una baguette en el canasto de la bicicleta, el aumento del precio del combustible es un tema irrelevante o, en el mejor caso, lejano. Hasta curioso. Así como Santiago se divide entre el sector oriente y el poniente, y Londres entre el West End y el East End, el París hermoso es el que está dentro de la periphérique, algo así como la Américo Vespucio santiaguina. Lo corona exterior, llamada coloquialmente l'autre côté de la périph, es la periferia, la banlieu, ahí donde la gente necesita sus cacharros para ir a comprar no a las finas epicerías céntricas sino a las grandes superficies los paquetes de 24 cajas de leche con descuentos, el pan para la semana que se mete al congelador, y la norma es la comida en lata, y es ahí donde el cacharro es el medio de transporte para acercarse a las estaciones de tren para ir a la pega, porque la vivienda a precios razonables existe en la banlieu y no en las casonas hausmanianas céntricas. El auto es un medio de sobrevivencia. Subir el precio del combustible merma aún más en el poder de compra de la estrujada clase trabajadora, que ya simplemente no puede pagar más impuestos. Un impuesto más y queda la cagada.

Extrañamos al Macron que habló de construir autos limpios con tecnología francesa y que estén a disposición de las masas. Alguna vez Ford, con su mítico Model T en los años 20, masificó el auto y creó la famosa clase media norteamericana. Detroit producía empleos y bienestar. EEUU se quedó pegado en la era de los autos contaminantes. Un visionario político francés ahora nos llevaría al futuro. Pero no sabemos en qué piensa Macron hoy. Mencionó un voucher de 4 mil euros a quienes adquieran autos eléctricos, medida inaplicable y ridícula. En teoría iba a suprimir el impuesto más repulsivo imaginable, la asquerosa taxe d'habitation, la versión francesa de nuestras "contribuciones", lo que en parte se hizo pero como es un impuesto local los municipios se las arreglaron para seguir cobrándolo. Y así otros trasteos con la fiscalidad aliviarían el enorme peso fiscal sobre los contribuyentes, para dar espacio al impuesto a los carburantes. Pero se ha hecho todo mal.

El chaleco amarillo tiene una connotación extraordinaria. Lo usa quien tiene su auto en panne. Miles de chalecos amarillos parecieran decir que es el país el que está en panne. Invitan a los set de los noticiarios a los "portavoces", pero no son un movimiento como tal, no tiene jerarquías. Uno de sus representantes, en una declaración epatante, ha propuesto deponer al jefe de gobierno e instalar en su lugar al ex Jefe del Estado Mayor francés, el general de Ejército Pierre de Villers ya que la guerra civil sería inminente. Los gilet jaune tampoco son la gente más sensata de Francia.

Durante el célebre Invierno del descontento, Margaret Thatcher se despachó el conocido discurso The Lady is not for turning. Echar pie atrás en inglés se dice hacer un U-Turn. Thatcher, ante un país entero que se declaraba en paro nacional, con ese legendario humor británico decía: a los que me piden un U-turn, yo les digo: you turn if you want to! Eso fue coraje. Coraje para cerrar las minas de carbón. Coraje para no ceder ante la huelga de hambre de los criminales del IRA. Coraje es lo que le falta a Macron. Coraje necesitamos para enfrentar el cambio climático.

Los impuestos verdes son necesarios si queremos de una vez por todas hacer la transición a las energías limpias y renovables. Hay que aplicarlos y no recular por miedo a las encuestas o a la próxima elección o a los manifestantes en las calles. Lamentablemente, Francia va en marcha atrás.

lunes, 15 de octubre de 2018

Reflexiones en Narbona


Hace poco anduve de paseo por la hermosa ciudad de Narbona. Ahí aprendí varias cosas. A sus habitantes se les llama los tête plates, los "cabeza plana", porque antaño se dedicaron a la fabricación de clavos de cabeza plana. Pensé en un principio que los fuertes vientos que llegan desde los Pirineos les habían aplanado las cabezas. Narbona fue, además, la primera colonia romana fuera de la península itálica. Por estos lados también llegaron muchos británicos que contagiaron a los locales su pasión por el rugby.

Vagabundeando por las calles del casco histórico de Narbonne no me pude resistir a entrar a una librería. Me encontré acá con una grata sorpresa. Cayó en mis manos Hasta ya no ir, de la novelista chilena y educadora Beatriz García Huidobro, si bien era una traducción al francés con el enigmático título de "Las tierras de mi padre". 

Es un libro breve. De hecho, partí a una pastelería cercana y la leí la mitad. Esa noche de vuelta a mi hotel leí el resto. Es un relato en primera persona ⎯los franceses llaman récit a las novelas de este tipo⎯ de una niña preadolescente en algún poblado perdido de la cordillera de la costa, y en su lenguaje rústico e inocente nos cuenta las acongojantes miserias del campo chileno y los abusos sexuales que ella sufre. Como telón de fondo, en la misérrima podredumbre de los campesinos en el Chile que vivía las primeras convulsiones de la Reforma Agraria, estalla el golpe militar de 1973.  

Después de Narbona volvimos a la campiña de Occitania y tuvimos la genial idea de visitar una abadía. Cualquiera se da cuenta de la diferencia abismal entre el campo francés, con sus loteos ultra-productivos y sus agricultores profesionales (si bien hoy bastante maltrechos), y la miseria atávica de Chile y sus gañanes. Cualquiera sabe que la causa es la destitución de los campesinos, su falta de tierras, y la injusticia perduró por culpa de la mezquina ideología conservadora de la clase terrateniente, que tardó siglos en entender que sin democratizar los derechos de propiedad no se puede construir un país viable. 

En la abadía, después de unos agradables y tranquilos días en el silencio casi sepulcral de un B&B cercano, tuve otro encuentro con la historia. La guía turística, una muchacha muy simpática con una pasión desbordante por la Historia de su país y de su región, nos relataba cómo vivían en la Edad Media los monjes benedictinos.

El sistema era muy similar a la estructura social chilena. Los monjes eran hijos de los dueños de la tierra y por ello normalmente eran gente letrada, que decidían apartarse de sus familias (sospecho que para ocultar su homosexualidad) para consagrarse a la oración y el trabajo en una vida de claustro. Como gozaban de cierto nivel educacional y debían percibir ingresos, sabían explotar el campo, pero para esto empleaban la mano de obra de los inquilinos sin tierra, a quienes llamaban Hermanos. En la capilla, monjes y Hermanos se sentaban aparte. 

Un momento bastante impresionante que nos relata la muchacha fue cuando la Peste negra arrasó con los residentes de la abadía. De más de 200, llegó a contar con apenas una decena. Las enormes extensiones de tierra de las que los monjes eran propietarios quedaron sin dueño. Junto con el colapso del monasterio caía, asimismo, todo el orden social y económico medieval de Europa.
Lo que la guía no sabe, desde luego, fue que la estructura feudal se exportó a la América latina y allá la aristoracia castellano-vasca replicaría el mismo esquema: unos pocos señores feudales, sustentados por la iglesia de Roma, serían los dueños de la tierra y los patrones de esos fundos y haciendas harían trabajar a los desposeídos para su propio beneficio. Los campos, tal como nos relata la protagonista de Hasta ya no ir, eran improductivos y apenas alcanzaban para alimentar a los campesinos. En Chile, lo que la Peste negra logró en Europa de algún modo lo haría la Reforma agraria.

Esta abadía no obstante sobrevivió incluso la Revolución francesa. Los furiosos revolucionarios exigirían a los monjes que trabajaran la tierra ellos mismos. Clausuraron la capilla. Pero algunas tortuosas negociaciones lograron que unos pocos monjes continuaran la vida monástica.

El epílogo de este monasterio llegaría a comienzos del siglo 20. La implacable Ley Laica de 1905 establecía una nítida separación entre iglesia y el Estado francés. Los monjes decidieron que no se someterían a ninguna autoridad civil y se exiliaron, los pocos que quedaban, en España. El monasterio fue abandonado y sufriría un letargo hasta la Segunda Guerra mundial, cuando fue empleado como albergue. Luego, un grupo de benefactores privados lo adquirió y hoy se conserva como parte del rico patrimonio cultural de Francia.

En Chile recién ya vemos los efectos que surtió la reforma agraria. El campo chileno se ha vuelto productivo, de hecho ya se erradicó el hambre y ahora se exportan alimentos, y las gentes pueden ganarse la vida gracias al fruto de su esfuerzo y viven cada vez menos en relaciones feudales propias de las tinieblas del medioevo. La iglesia católica se cae a pedazos, aunque dilapidamos nuestro patrimonio (que tampoco es mucho). Vaya uno a saber en qué terminará todo esto.

domingo, 5 de agosto de 2018

Adiós a los Tatas de Conchalí

Help the Aged
Don't just put them in a home
Can't have much fun when they're all on their own
Give a hand if you can
Try and help them to unwind
Give them hope and give them comfort
'Cause they're running out of time

"Help the Aged" (1997), Pulp


En ocasiones nos encontramos en los diarios historias conmovedoras. La dramática partida, mediante un pacto suicida. de don Jorge Olivares (84) y la señora Elsa Ayala (89) es una de esas historias que llegan al alma, muy similar a Los abuelos del Lutetia.

La calidad ética de un país se mide por la forma en que trata a aquellos que no son poderosos ni ricos. Abrirle alfombra roja a Amazon está muy bien, pero ser negligentes con nuestros niños y perros callejeros habla pésimo de nuestra sociedad. Hemos visto caballos golpeados hasta matarlos, niños torturados y asfixiados en el Sename (y Piñera haciendo chistes). Ahora, comprobamos cómo después de una vida de trabajo, a nuestros abuelos los dejamos abandonados a su suerte.

Algunos han utilizado la historia de "los Tatas de Conchalí" como proyectil para atacar el modelo económico chileno. Por supuesto que aún no logramos conformar un sistema de pensiones que brinde dignidad a nuestros viejos. Pero el caso de los Tatas de Conchalí va más allá de una mera cuestión de fondos de pensiones.

¿Cómo haremos para demostrar a nuestros viejos el respeto y dignidad que los viejos reciben en lugares como Japón? Los abuelos evidentemente son sólo gasto. ¿Vamos a crear una sociedad en que nuestros ancianos son desechados como basura porque ya no son parte de la fuerza laboral? 

Rescato la bondad de sus amigos y vecinos, y de sus sobrinos, que los siguieron cuidando hasta el mismo día fatídico en que, absurdamente, se llevarían a doña Elsa a un hogar de ancianos sólo para morir en un lugar ajeno a su casa.

Esto además abre otra pregunta: ¿qué nos impide decidir por nosotros mismos poner fin a nuestros días? Cuando el cáncer y la demencia senil ya te han quitado hasta tu individualidad, ¿es legítimo infligir un dolor insoportable a quienes después de una vida de trabajo ya sólo desean partir en paz al descanso eterno.?

¿Qué tipo de maldad es ésta de separar a un hombre de su compañera de su vida para simplemente aguardar un fin doloroso e inhumano? Un hombre anciano decide acabar con su vida a balazos: ¿no nos conmina esto a legislar sobre el derecho a una muerte digna?

Una vecina de Conchalí vio los vehículos policiales y las ambulancias y entendió de inmediato lo que ocurrió. "Esto fue por amor", dijo. Entiendo que después de 55 años juntos, don Jorge no iba a aceptar fácilmente verse separado, a los 84 años, de la mujer de su vida. No tengo nada más que decir. Este es un posteo con preguntas y ninguna respuesta. Pienso en don Jorge y se me viene a la mente el poema de Vicente Huidobro:

Te amo mujer de mi gran viaje
Como el mar ama al agua
Que lo hace existir
Y le da derecho a llamarse mar
Y a reflejar el cielo y la luna y las estrellas


Adiós, Tatas. Perdónennos. 

domingo, 29 de julio de 2018

Agua en Marte

This sickening taste
Homophobic jokes
Images of fascist folks
Beam me up
'Cause I can't breath
Spaceman
I always wanted you to go
Into space, man
Intergalactic Christ


"Spaceman" (1996), Babylon Zoo


El descubrimiento de agua en el planeta Marte reabre interrogantes respecto a la propiedad sobre los recursos naturales y la libertad individual en el planeta Tierra

Nos enteramos que la Agencia Espacial Europea ha descubierto agua en Marte. Un tema de tal magnitud para el ciudadano de a pie no podría ser obviado acá en Chile Liberal. Los sempiternos aguafiestas aducirán que la presencia de agua en el Planeta Rojo ya se infirió hace varios siglos. Correcto. En realidad, si bien la noticia no deja indiferente, el agua en Marte y sus consecuencias en la Tierra nos invitan a reflexionar sobre nuestro pasado y a redescubrir principios liberales no muy bien acendrados.

Desde que el Homo sapiens ⎯especie a la que pertenece el autor de este blog y sus lectores⎯ apareció sobre la faz de la Tierra se ha preguntado cómo llegar a la Luna y las estrellas. Partiendo por los zigurat en Mesopotamia hasta el observatorio ALMA en Atacama en la actualidad, pasando por los heréticos descubrimientos de Galileo ⎯le valieron malos ratos con la iglesia llamada "universal"⎯, los humanos buscamos entender nuestra propia vida observando el movimiento de los planetas. Cuando Neil Armstrong bajó del Apollo 11 y finalmente pisó la superficie lunar puso fin a la Edad Contemporánea y empezó la Era Espacial. Momento cúlmine en la Historia. Apenas "un pequeño paso para un hombre pero un salto gigante para la humanidad", ciertamente, aunque no sirvió una mierda.

Todo el enorme gasto en la carrera espacial por parte de EEUU y la desaparecida Unión Soviética fue esencialmente una pugna política. Era de particular interés para los capitalistas norteamericanos porque obligaba a los rusos a gastar una cantidad monumental de dinero en algo inútil, perturbando aún más la ardua tarea de los planificadores comunistas que buscaban evitar el anunciado colapso económico de la improductiva economía soviética. Cuando la URSS finalmente se desplomó, EEUU  por su parte secó el presupuesto de la NASA.

El excéntrico empresario Elon Musk, probablemente el más grande héroe libertario de la actualidad ⎯ocupando el vacío que dejó Steve Jobs⎯ ha planteado una nueva carrera espacial pero esta vez desde el mundo privado. La empresa SpaceX ⎯que pareció una mera peladura de cables⎯, avanza a paso firme hacia el objetivo final que es transportar Homo sapiens desde la Tierra para colonizar Marte. Para eso es esencial al menos tener algo de agua por esos lares. Y agua ya se ha encontrado.

Esto nos plantea algunos desafíos filosóficos e ideológicos. ¿Qué pasará cuándo SpaceX logre su cometido? De hecho, ¿quién es el dueño del agua en Marte? Si la NASA o la Agencia Europea visualizaron primero Marte, ¿son ellos capaces de ejercer algún derecho de propiedad en el Planeta Rojo? Antes de preocuparnos de la propiedad de Marte valdría la pena aclarar quién es el dueño de la Antártida, el último lugar sin soberanías nacionales en nuestro planeta, o quiénes son los dueños del agua y de los recursos naturales en los países ya consolidados acá en la Tierra.

Por supuesto que la instalación de una colonia humana en Marte nos retrotrae al descubrimiento de América y la era de los colonialismos terrícolas. En el fondo, llegar a Marte no será muy distinto al asentamiento en los lugares remotos en la Tierra. ¿Qué derecho tenían los Conquistadores ibéricos o los Padres Peregrinos sobre el Nuevo Mundo? Ahí ya había habitantes, ¿qué derechos tenían esos habitantes iniciales sobre las tierras y los recursos naturales cuando emigraron desde Asia por el Estrecho de Bering o en embarcaciones desde la Polinesia? Sospechamos que los Padres Peregrinos terrícolas del primer SpaceX que llegue a Marte no encontrarán marcianos porque sino ahí la cosa se pondrá difícil: esclavitud, encomienda, o guerra civil. Incluso guerra interplanetaria.

Cabe preguntarse además quién gobernará Marte. De seguro todo empezará allí como una idílica sociedad de pares en que primará la igualdad y todo será bonito. Pero tal como ocurrió en la Tierra, el día en que el primer huevón allá sea capaz de comprar la capacidad de trabajo de otro ahí entonces alguien acumulará más capital que el resto, podrá controlar los medios de producción y lo próximo que sabemos es que nacerá el POM, Partido Obrero Marciano. Para evitar sobresaltos y asegurar una buena gobernanza en ese planeta ya nuestro senador Guido Girardi se ofreció para ser el Gobernador de Marte

Pero lo central es detenerse en el espinudo tema de la propiedad privada en Marte. John Locke, un pensador ilustrado inglés, ya caviló sobre estas materias en este lado del Sistema Solar en 1689 cuando publicó sus entretenida obra Dos tratados sobre el gobierno civil, en donde establece el famoso homestead principle

Lo anterior se reduce más o menos a que si tú eres dueño de ti mismo, o sea de tu propio cuerpo (y no prestas el cuerpo como arguyen los conservadores) y con ese cuerpo puedes aplicar trabajo a un recurso natural, entonces tú mismo te conviertes en el flamante dueño de ese recurso ya que legítimamente has hecho apropiación sobre él. En otras palabras, si caminas hasta un lago y vuelves con un balde de agua, puedes vender esa agua (o hacer un trueque) ya que la paja de ir a buscar agua y traerla es trabajo que realizas por ti mismo, y esa agua y el trabajo aplicado es tuyo. Si luego puedes emplear la fuerza de trabajo de otros y apropiare así de todo el lago, entonces eres dueño del agua. Por tanto, el agua no sería un "bien público" como aducen algunos hoy, si bien Locke no llega a ese extremo y sí establece que esa propiedad es legítima en cuanto puedan otros beneficiarse o quede propiedad para que otros también la ejerzan.

Así más o menos podemos empezar a entender quiénes serían los dueños del agua descubierta en Marte. Podríamos empezar a configurar como se harían los loteos de parcelas marcianas. Lo paradójico es que todos los que añoramos irnos de la Tierra para fundar un genuino nuevo orden libre en otro planeta estamos repitiendo el espíritu de los Padres Peregrinos y de los settlers y pioneros en Norteamérica, gente que en esos años huía de la opresión e intolerancia religiosa en la vieja Europa de rancias aristocracias y derechos de propiedad heredados de una generación a otra por una misma e inmutable clase dominante. 

América del Norte ofrecía una tierra por conquistar donde primaría el esfuerzo y la superación individual. Pero el proyecto guateó. Norteamérica hoy es una vulgar socialdemocracia donde los que ahí habitan, incluso quienes allí emigran, exigen "derechos sociales" en desmedro del verdadero espíritu americano, de raigambre protestante, individualista y anglosajona. 

Ni hablar del sur del Rio Grande donde desgraciadamente replicamos el orden medieval europeo y los derechos de propiedad aún lo ejerce la misma aristocracia castellano-vasca desde que se proclamaron las repúblicas emancipadas de la monarquía ibérica. O sea, empezamos mal y así nos ha ido.

Subirnos todos al nuevo Mayflower que construirá SpaceX será una nueva chance de irnos a otro mundo para esta vez sí crear una sociedad realmente libre, donde la iniciativa personal y el espíritu de superación pueda más que el socialismo, los derechos sociales y la opresión gubernamental, y sea un planeta de individuos auténticamente libres. No descarto que todo quede nuevamente en utopía y la historia se repetirá como tragedia.

lunes, 16 de julio de 2018

París es una fiesta



Paris est une fête se llama la recopilación autobiográfica de Ernest Hemingway. Una fiesta es lo que se desató ayer cuando culminó el partido Francia versus Croacia en que Les Bleus se impusieron 4 x 2, y ahora en el maillot bleu resplandecen dos estrellas. 

Fiesta no se vivió en Chile cuando la desidia y la indisciplina le ganaron al rigor y al sacrificio, más una dosis no menor de altanería, receta fatídica que condenó a La Roja a ausentarse de la Copa del Mundo Rusia 2018. Este es un blog de larga data y podemos revisitar algunas de nuestras opiniones pasadas. En algún momento Chile Liberal se habría jactado de sus dotes premonitorias. Hoy, con más modestia, sólo nos remitiremos a decir que sí, en algunas cosas acertamos, a veces.

Cuando Chile ganó la Copa América el 2015 ya advertimos que la continuidad de los logros estaba en peligro"saquen a Sampaoli hoy por la puerta ancha, y busquen un remplazante para la nueva etapa", recomendamos. ¿Lo hicieron? No. ¿El resultado? Sampaoli partió abruptamente dejando en ascuas el proceso clasificatorio mientras a la rápida se debió nombrar a J. A. Pizzi ⎯un caballero del fútbol que no pudo ante la indisciplina de la Banda Pitillo entre otras estupideces⎯ y todo indica que seguimos el derrotero de la generación dorada del tenis. Es decir, no habrá recambio ni continuidad.

Un fracaso continental
Pero más preocupante aún ha sido evidenciar lo que ya vaticinamos el 2010: la brecha entre el fútbol sudamericano y el europeo es sideral. Esto no es sino el reflejo de una situación anómala que atañe directamente a la Selección de Chile y es que los futbolistas latinoamericanos deben obligadamente emigrar a Europa para ser parte de la elite deportiva. Ningún europeo emigra a Sudamérica. Las selecciones locales son subproductos del fútbol europeo.

Las ligas de fútbol locales son malas por la incultura de jugadores e hinchas. Los deportistas sufren de sobrepeso. Es en Europa donde recién aprenden a comer pasta al dente y no meros fideos recocidos. Los dirigentes son una cáfila de corruptos. 

Y como dijimos en nuestro post, el problema fundamental del fútbol chileno a nivel de selecciones radica en la falta de envergadura física. Varios se enojaron conmigo y me descalificaron. Uno de los más brillantes jugadores chilenos, Alexis Sánchez, no es más alto que una de las mascotas del equipo, un preadolescente. 

Así el fútbol latinoamericano acabó por cumplir un triste papel en Rusia 2018, con equipos que apenas fueron hacer actos de presencia, como Panamá o Perú, otros que fueron un espectro, como Colombia o Uruguay. Se dice que el Mundial es la Eurocopa más Argentina y Brasil. Las presentaciones caóticas y discretas, respectivamente, de estos dos últimos nos llevan a concluir que el Mundial en las fases finales es sólo la Eurocopa. Y si la FIFA no actúa, el Mundial será relegado a un segundo lugar por la Eurocopa.

La lápida la puso ahora el arbitraje con asistencia por video, que va a desterrar las vivezas y picardías latinoamericanas. 

Ángel Di Maria festeja un tanto ante Francia mostrando en un gesto el tamaño al parecer descomunal de sus testículos. Esto se llama "tener huevos". No es un espectáculo familiar el que ofrecen los latinoamericanos, sin hablar de un Maradona drogado en las tribunas. Un jugador argentino de básquetbol tiene el panorama claro cuando declara que no todo se gana con huevos. Sudamérica debe subirse el tren del ultra-profesionalismo en el fútbol, entendido como un espectáculo y una justa atlética de altísimo nivel, que comienza con un trabajo a conciencia desde cadetes.

En el cénit del balompié se encuentra hoy la Selección de Francia. El sorprendente Mbpappé, de apenas 19 años, corre con balón a 38 km/hora. Podría igualar a la leyenda jamaicana Usain Bolt en los 100 metros. Mientras en Chile tenemos jugadores obesos y pretenciosos, el joven y aterrizado Mbappé dona las merecidas recompensas pecuniarias a organizaciones de caridad. 

Una Selección multicolor
La composición multicultural y multiétnica de la selección francesa es una de las cuestiones que más fascina a los chilenos, especialmente después del retintín asqueroso que dejó en los oídos de toda una generación el comentario de Jean Marie Le Pen en 1998 asegurando que el equipo campeón de entonces no representaba la Francia real. 

El choque entre Francia y Croacia, y el aplastante triunfo de los galos sobre los balcánicos, además del 3er y 4to lugar para Bélgica e Inglaterra ⎯dos equipos también multirraciales⎯ demuestran que la Vieja Europa abierta a la inmigración es mucho más vital que la Europa Post-comunista. Más pobre materialmente, sin una tradición democrática ni de libertades individuales producto de los terribles años de hegemonía soviética, sus ciudadanos son menos diversos, cerrados y muy poco tolerantes, y ahí quedó demostrado que a pesar del enorme tesón de los croatas simplemente no pudieron ante el crisol de razas galo.

No hablemos sólo de los de color. De hecho, Griezmann es de origen alsaciano-alemán y portugués, Hernández y Lloris de origen español, lo que a nadie debe sorprender ya que Francia, cuna del espíritu revolucionario y de la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, promulgada ese histórico año 1789,  siempre ha sido una tierra de acogida para los perseguidos del mundo. Croacia, al contrario, es una tierra de emigración, lo saben en Magallanes y Atacama. Un país donde se respetan los derechos personales son lugares que atraen gente, y así enriquecen su capital humano.

Marine Le Pen, líder actual de la ultraderecha francesa (hoy peleada con su padre), declaró el 2017 que la inmigración en Francia "ha engendrado el prospecto de una guerra civil". Pasadas ya un par de horas desde que el equipo ayer levantó el trofeo, y hasta hace instantes hoy lunes en que el equipo fue recibido por Emmanuel Macron en el Palacio del Elíseo, no he visto nada que se parezca a una guerra civil sino todo lo contrario, he visto a todo el país arrojarse a las calles a danzar y vitorear porque se ha ganado más que una copa, es un proyecto país, expresado en algo tan aparentemente absurdo como correr detrás de un balón para marcar goles, el que ha triunfado. París es una fiesta, y que siga la fiesta. 


domingo, 8 de julio de 2018

Auge y caída de Baradit

It's a dirty story
of a dirty man


"Paperback Writer", The Beatles


El escritor chileno Jorge Baradit se autodestruye a punta de tweets

Un día recorriendo el centro de Santiago, el año pasado, hurgando y buscando libros, me llamó la atención que se vendieran varios de un tal "Jorge Baradit". Un librero amigo me explicaba que era un verdadero "fenómeno de ventas". Le eché una ojeada a una colección de cuentos que estaban tan mal escritos que me pregunté qué demonios pasa en Chile. Como país hemos dado a la humanidad algunos grandes futbolistas, tenistas, científicos, políticos, artistas varios e incluso cineastas, pero si en algo somos una tierra portentosa es en la prolífica cantidad y excelente calidad de los escritores que hemos dado. El último ha sido Roberto Bolaño. Ser escritor chileno conlleva cierto peso y por lo mismo, cierta responsabilidad.

Baradit vende libros y ha ganado dinero lo que me parece excelente. No voy a desdeñarlo por eso ( como varios hacen contra Isabel Allende). Le vi unos cuentos malos y una prosa deslavada. Cuando ya no tenga un solo Balzac más que leer, cuando acabe todos los libros de la gran literatura clásica francesa e inglesa, ahí recién le echaré mano a la lista de algunos contemporáneos que quizás merezcan mi tiempo. Baradit no está en mi lista y calculo que nunca lo estará. No obstante, sí me di el trabajo de ver algunos de sus programas y entrevistas y quedé estupefacto del nivel de idiotez en que hemos caído. 

Lo que hace Jorge Baradit respecto a la historia de Chile es altamente peligroso. Esto exige una explicación cuidadosa. El historiador como tal es alguien que recurre a los documentos escritos y a las fuentes y a partir de ellos nos cuenta la historia: nos narra el pasado. Por ejemplo, si accedes a las actas del Senado en Roma y a las declaraciones de impuestos, puedes reconstruir los acontecimientos de la República de Roma y contar su historia. Este es el trabajo de un historiador de verdad.

En su labor es absolutamente esencial que el historiador sea neutral y que se abstenga de emitir  juicios de valor. El error más brutal de los historiadores aficionados es el de juzgar la historia ⎯el pasado⎯ con los parámetros éticos actuales. Describir, por ejemplo, la esclavitud es una cosa, pero es esencial recordar que los esclavistas existieron desde siempre y que mucha gente de bien alguna vez pensó que bastaba tratar bien a los esclavos. Tú no puedes empezar a juzgar hoy a quienes se opusieron a abolir la esclavitud en el pasado cuando ha sido muy reciente el repudio universal del uso forzado de trabajadores como una de las más grandes asquerosidades de la humanidad.

Pues bien, el peligro de Baradit radica justamente en hacer una explosiva mezcla de dos errores: hacer creer que cuenta la historia cuando en realidad narra un mero refrito del trabajo de historiadores, y empieza luego a retrotraer elementos del presente para juzgar el pasado, sacándolo de su contexto histórico, y peor aún, instrumentalizándolos para fundamentar su postura política. Leer a Encina ⎯uno de los más grandes historiadores chilenos⎯ y decir lo mismo pero en entrete y añadir anécdotas simpaticonas y referencias político-sociales actuales es bien penca. 

Más aún, como es un tipo ameno y un gran orador, crea una ilusión de historia que entretiene, y ahí construye teorías conspirativas para develarlas y erguirse él mismo como el liberador de nuestras mentes. En el fondo, lo que Baradit sí hace muy bien es literatura, vale decir, inventar historias. Escritas o no, eso da lo mismo. La literatura "escrita" es sólo un reflejo de la literatura oral. Incluso la tv puede ser literatura, o la lírica (como lo demuestra el nóbel a Bob Dylan). Lo que hace Baradit no es ni historia, ni divulgación histórica. Pero disfrazada de historia y recurriendo a la distorsión y el selectivismo. O sea, superpone ficción y no ficción y ahí te pierdes. No sé en qué estantes pondrán las librerías su Historia Secreta de Chile, yo creo que bajo Ficción. Baradit ha hecho de la historia un híbrdo entre ficción y realidad.

Les voy sólo un ejemplo para mostrar la ramplonería en la que cae (prefiero esto a acusarlo de perverso). Este señor lo escuché una vez hablar de genocidio de mapuches y de cuestionar la "Pacificación de la Araucanía" como una de las grandes atrocidades de la historia de Chile. Según él, los mapuches eran gente que vivía "en perfecta armonía con la naturaleza" y fueron asesinados bajo el mando de Cornelio Saavedra, descrito como un rufián desalmado: un nazi antes de los nazis. 

Por supuesto que Baradit busca en el fondo un nexo con la banda de criminales que actualmente causa estragos en la región de la Araucanía, un hecho que como ya explicamos en este sitio responde al fenómeno post-Soviético de búsqueda de luchas por parte de la izquierda dura huérfana de causas. De algún modo, se apoderaron de la "causa mapuche" elementos anticapitalistas y maoístas que exacerban el etnicismo ante el surgimiento de la clase media y el consiguiente fin de la lucha de clases, que fue su bandera de lucha. Baradit les da un apoyo intelectual contándonos cómo los "mapuche" (sin s final) han sido masacrados, al parecer, desde siempre.

Un poco de honestidad intelectual obligaría a Baradit sopesar lo ocurrido en Chile respecto a otros países similares. La Pacificación de la Araucanía y Cornelio Saavedra fueron una taza de leche comparada con la Conquista del Desierto llevada a cabo en Argentina en la misma época, en especial la campaña comandada por Julio Argentino Roca, considerado hasta hoy como el más grande criminal de Argentina. Ni hablar de Uruguay y la Matanza de Salsipuedes, un auténtico genocidio tal cual los hemos conocido a lo largo de la historia. Aquí es donde le falta rigor en su ánimo por entretener.

Haciendo un uso selectivo de los hechos, Baradit deja de lado la rebelión instigada en la Araucanía por un huevón francés llamado Orélie Antoine de Tounens, un fanático monarquista que desembarcó en nuestro país y estuvo a un paso de proclamar el Reino de la Araucanía y la Paragonia, en una época en que el mundo se dividía entre republicanos y monarquistas. Esto no era un tema menor. Chile, una república endeble recién emancipada, en la ruina económica y sin grandes recursos humanos, daba así todo firmes pasos en su consolidación republicana y una rebelión en el sur haría tambalear el proyecto independentista republicano. Con los pueblos originarios se habían efectuado parlamentos y firmas de acuerdos y el gran ideal de nación era que todos seríamos un mismo pueblo. Lo último que la República en pañales necesitaba era que se proclamase un rey en su territorio. 

Esto ustedes no lo aprenderán de Baradit porque no encaja en su ideología y lo deja fuera. De hecho, nadie ha aprendido nada de historia gracias a Baradit ya que sus caricaturas e historietas de consumo masivo más bien se inspiran en la obsesión actual en los medios por la chismografía y el culto a las celebridades. Quizás alguien ahora crea que Gabriela Mistral era una lesbiana atosigada por el patriarcado, sin nombrar sus muchas cartas de amor al poeta Manuel Magallanes Moure, el verdadero amor de su vida, y en la trágica historia de nuestra poetisa ciertas referencias eróticas a algunas de sus asistentes son una cuestión muy menor. Asumo que nadie admiró más la poesía de Gabriela Mistral gracias a Baradit y sus chismes. Pero sí sabemos que era lesbiana. ¿Qué valor tiene esto?

En medio de las gravísimas acusaciones de abuso sexual contra el realizador chileno Nicolás López, el juicio público de la clase opinante ha sido categórico, y ha recaído también en los amigos de ese señor. Entre ellos figura Jorge Baradit. La comunidad twitera empezó a desempolvar sus tweets previos a su salto a los medios y de su consagración como líder de la izquierda y no dejan de circular declaraciones de Baradit de tipo misógino, degradantes, de dudoso valor humorístico (si es que pretendieron ser chistes) que lo muestran como un cerdo machista y vulgar. No son uno ni dos, sino muchos. Añadamos su cercanía al cineasta acosador y Twitter lo ha hecho añicos.

Increíblemente, Baradit aduce que... lo sacaron de contexto. Nos dice que era "otra época". Asegura que no era amigo de López. Líderes del ultra-feminismo ahora niegan haber leído sus libros. 

Algo me dice que si vuelvo donde el librero amigo que me pasó un libro del "fenómeno de ventas Baradit" ahora me dirá que no, en el fondo él nunca lo leyó, siempre lo encontró ahí nomás. Porque así es el chileno.

Un escritor vive de las palabras y con ellas crea mundos. Crea incluso su propio mundo. Algunos, como Borges, con sus dudosas acciones (Pinochet es una "excelente persona") destruyeron su reputación. Baradit con palabras saltó a la fama y con sus propias palabras se ha autodestruido. No hay nada muy grave que lamentar. El mundo quizás no se pierde otro gran escritor chileno.

domingo, 10 de junio de 2018

Chile, un Narco-estado

Esta ciudad es propiedad del Señor Matanza
Esa olla, esa mina, esa finca y ese mar, ese paramilitar
Son propiedad del Señor Matanza
Ese federal, ese chivato y ese sapo,
El sindicato, y el obispo, el general
Son propiedad del Señor Matanza


"El Señor Matanza", Mano Negra





Chile se va convirtiendo en un Narco-estado
No, no es hipérbole. La ley la proclaman y aplican los barones de la droga, esto ha quedado en evidencia. Alguna vez vimos con mezcla de alivio y desdén como en "otros países" los narcos corrompían jueces, compraban políticos ⎯ incluso, como ocurre en Estados enclenques, proveen servicios comunitarios. Pero esto ya no lo vemos como algo ajeno en telediarios argentinos, bolivianos, brasileños o nicaragüenses.

Óscar Galindo, cabo de Carabineros, de 29 años, deja una viuda y un huérfano al ser asesinado en La Pintana, en la periferia de Santiago, durante un operativo policial antidrogas ⎯ pésimamente gestionado, por lo demás. Esta misma semana, a un sujeto detenido en un control policial rutinario, el "Kiruza", le encontraron armamento de guerra... y fue liberado. Fue detenido nuevamente. Y liberado nuevamente. El gobierno de Piñera, tratando de salvar cara, acusa "falta de sentido común". Falso. Son los narcos los que deciden quiénes deben ser liberados y ya han establecido sus redes en el poder judicial. Los narcos a veces acuerdan treguas y acuerdos con las policías nacionales y estos tratos deben respetarse. Hemos caído a este nivel.

El caso del cabo Galindo es elocuente. En medio de la conmoción nacional, de la nada aparece un menor de edad quien se entrega a las autoridades y afirma ser el autor material de los disparos. Claro. Los narcos, bien asesorados, saben que el menor no es imputable. Incluso ellos comprenden que en la actualidad un mínimo de responsabilidad social ante la comunidad los conmina a admitir su falta. Echarle la culpa a un adolescente puede apaciguar los deseos de justicia que exige la comunidad y así la banda queda en paz, y la policía hace como que funciona. El descaro es inconmensurable. Tal como liberar una y otra vez a quienes son sorprendidos portando armamento de guerra.

Ya no hablamos del delincuente que decide subir en el escalafón del hampa y pasa del lanzazo a usar un arma blanca para actuar como cogotero. O que luego se procura un revólver y se une a sus colegas para formar una banda criminal que puede entrar a tu casa y violar a tu mujer y tu hija. No. Ya ni siquiera estamos frente a traficantes que en la clandestinidad venden drogas a niños. Estamos frente a bandas que establecen gobiernos paralelos, y como ya vimos en el pasado, cuando mueren los barones de la droga, ofician funerales de Estado a vista y paciencia de la comunidad atónita que en sus cómodas y abrigaditas casas ignoraba que en las poblaciones de la periferia de Santiago de Chile hace años se vive la misma realidad de Ciudad Juárez.

En una extraña columna de opinión en "El Mostrador"  un diario electrónico de izquierda se nos dice que liberar a un sujeto sorprendido con armamento de guerra es "el incómodo precio a pagar para entender que en una república democrática no se puede hacer lo que se quiera con los individuos". El ánimo libertario puede parecer encomiable. Pero es retorcido y desvirtuado hasta el absurdo. El problema es que el espíritu de dicha ley pretende protegernos de un policía que a propósito quiere detener a alguien y le inventa una falta. Hoy en Chile te pueden mandar a la capacha por caminar sin carné de identidad, principio que buscaba justamente darle más poder al Carabinero que sospecha de actividad delictual, a lo que en Chile Liberal nos oponemos rotundamente. Pero es demasiado estúpido asumir que un policía a propósito le depositaría arsenal de guerra a un sujeto que conduce un auto con vidrios polarizados. Dejar en libertad a tal persona no es una cuestión liberal sino una muestra de cómo hay ciudadanos por sobre la ley por el hecho de pertenecer a una banda de narcotraficantes.

Por otro lado, es hora de que los altos mandos de los pacos expliquen por qué el cabo Galindo no portaba casco mientras los narcos disponen de metralletas de guerra. El adolescente que mandaron los narcos a las autoridades aseguró haber confundo al cabo Galindo con un sicario colombiano. Nos preguntamos por qué por tanto tiempo en el aeropuerto de Santiago entraban cientos de sujetos cada día sin control. ¿Es esto admisible en un país donde rige la ley? No, estas cosas ocurren cuando rige la ley del más fuerte, de los que compran y corrompen, y éstos son los que manejan el negocio de las drogas.

La primera reacción de Sebastián Piñera ante las cámaras fue la habitual monserga conservadora:  esta es una guerra que va a tomar tiempo pero que la vamos a dar con toda la fuerza de la ley. Bueno, entendemos que no es el momento de decir otra cosa, pero la verdad, señor Piñera, entérese que esta es una guerra que no usted NO va a ganar. Esta es una guerra que nadie ha ganado, y peor aún, usted sabe que es imposible de ganar y sigue mandando gente a morir por nada. La guerra contra las drogas no es ganable.

Sebastián Piñera y el gobierno seguirá viendo cómo los narcos son liberados. Los narcos seguirán en el negocio clandestino de la venta de drogas. Más Carabineros y civiles morirán bajo las narices de los altos mandos y frente a la mirada atónita e impotente de los ciudadanos de bien. Más jueces y autoridades seguirán sucumbiendo al poder de las bandas de narcos y entre estas bandas habrá más "quitadas" y ajustes de cuentas. Más barrios caerán ante la ley paralela, más inocentes morirán. El joven supuesto autor material del crimen será liberado y Piñera nos dirá que necesitamos más mano dura y más cárceles, y lo mismo hará su sucesor. 

Si entendiesen de una vez por todas que la guerra contra las drogas es imposible de ganar ayudarían a la gobernanza del país, contribuirían a la paz social, pero eso no lo harán porque así como la comercialización ilegal de drogas es una industria, también la industria antidrogas necesita seguir sus actividades. Muere un cabo oriundo de Cañete, y culpan a un pato malo de 17 años. Los que realmente ganan dinero con todo esto son los verdaderos criminales y se están burlando de nosotros en nuestra cara.

domingo, 3 de junio de 2018

Aborto en Irlanda: Chile next

Irlanda dice goodbye al último bastión ideológico del catolicismo político: el aborto


Savita Halappanavar y su esposo emigraron desde la India a Irlanda en búsqueda de un futuro mejor. Ya quedó atrás la Irlanda paupérrima de antaño, la de los Paddies emigrando en masa a Inglaterra o a EEUU huyendo del hambre. Hoy, Irlanda acoge a gente de todo el mundo para construir una sociedad mejor y así poner el país al día después de siglos de miserias. Savita añoraba fundar una familia y por fin quedó embarazada después de años de intentos. Repentinamente, aquejada por intensos dolores de espalda, acudió a Urgencias del hospital de Galway donde recibió la fatal noticia: su embarazo era inviable. Luego de un día entero soportando dolores de parto, ella y su marido pidieron un aborto. La matrona a cargo le dio una respuesta repugnante que aún resuena en Chile Liberal y en el pecho de todos los irlandeses: no, acá no hacemos abortos, éste es un país católico

El 28 de octubre del 2012, pasada la 1 de la mañana, Savita falleció de una septicemia. Una muerte completamente evitable.

Este crimen perpetrado por la iniquidad de los provida fue terrible pero al menos no fue en vano. El error histórico monumentalmente brutal cometido contra Savita y su ahora viudo logró movilizar a la opinión pública para de una vez por todas revocar la 8a Enmienda de la Constitución de la República de Irlanda que, al igual que la Constitución de Chile, en la práctica conculca el legítimo derecho de una mujer a tomar una decisión de conciencia. Sus consecuencias son fatídicas como muestra el vil asesinato de Savita.

Cuesta entender cómo pueden ocurrir esas cosas en una democracia occidental, en Europa, en una de las Islas Británicas, ya entrado el siglo 21. Hagamos un poco de historia.

Irlanda es un país de raigambre católica y lo ha sido desde que en Hibernia los celtas y sus mitologías fueron desplazadas. Inglaterra instaló su Primera Colonia en Irlanda, implantando inmigrantes protestantes, lo que daría inicio al imperialismo británico y al progresivo sometimiento de Irlanda. No obstante, su población permaneció unida al Papa de la "iglesia universal" en Roma. Los protestantes fueron consolidándose como ricos terratenientes y latifundistas mientras que los católicos les trabajaban la tierra.

A mediados del siglo 19 Irlanda fue azotada por una de las peores hambrunas que ha visto el hemisferio occidental. Se habría evitado el descalabro si tan sólo los colonialistas protestantes hubiesen abierto el país al libre comercio y a la importación de granos. La iglesia de Roma durante todos estos años y siglos continuó acendrada en la psiquis irlandesa. 

En 1916, con el Reino Unido viendo centenares de miles de sus soldados morir en las trincheras de la I Guerra Mundial, una insurrección republicana estalló el Viernes Santo. Líderes independentistas se tomaron los principales edificios del país, en particular la Oficina de Correos en O'Connell street, la principal arteria de Dublin (el equivalente a nuestra Alameda). Ferozmente reprimida por las fuerzas británicas, a petición de los protestantes del Norte, la revuelta marcó un vuelco enorme en la opinión pública de Irlanda que empezó a clamar por su libertad ya que nadie quedó indiferente a las atrocidades infligidas por parte de un imperio que ya no era viable.

Los británicos aceptaron devolver poderes a Irlanda lo que desata tanto la furia de los protestantes como el miedo a ser ellos los sometidos como una minoría en un país mayoritariamente católico. Después del alzamiento de 1916 seguiría una guerra civil entre católicos-republicanos y protestantes-lealistas. Cuando a ustedes les digan que la religión es amor recuérdenles siempre que hasta hoy persisten los odios sectarios entre católicos y protestantes. 

En 1922 se proclamaría la Constitución del Estado Libre de Irlanda, no obstante, 6 condados de mayoría protestante en la provincia de Ulster no se unirían a la República y formarían una nación leal a la corona británica. Este difícil acuerdo implicó al menos la independencia del Sur del país, que como hemos visto, continuó culturalmente marcada por la influencia Católico-Romana.

La Irlanda libre comenzaría una tortuosa travesía por el desierto. El país era muy pequeño e incapaz de retener a sus ciudadanos. Ahí donde fallaba al Estado, la iglesia Católica suplía con educación y atención de salud. Mientras que en el Continente ya había países como Francia que en 1905 habían establecido la separación entre iglesia y Estado, Irlanda continuaba empantanada en una teocracia... con terribles consecuencias.

Las atrocidades de la iglesia Católica irlandesa son desconcertantes. El informe Ryan del 2009, especie de Informe Rettig sobre los abusos de las autoridades eclesiásticas, no dejó a nadie indiferente. Fosas comunes de fetos clandestinos en conventos católicos o el empleo de mano de obra esclava en las lavanderías de la Magdalena demuestran en todo su horror la decadencia y repugnancia de esa iglesia infecta.

La moral católica dominaba de forma maniática todos los aspectos de la vida de los ciudadanos de la República. Sólo daremos unos ejemplos de los más macabros casos judiciales:

En 1972, Mary McGee, una mujer casada, logró revertir la prohibición a la importación de anticonceptivos para así evitar otro embarazo, tal como le recomendó su GP (médico de cabecera), apelando al derecho a la privacidad en el matrimonio. La señora MacGee arriesgaba su vida si volvía a quedar embarazada pero no podía usar anticonceptivos porque eran ilegales. A pesar de ello, los preservativos siguieron prohibidos, tanto así que hasta la década 90, sí, la década 90, en el Aeropuerto de Dublín te registraban tu equipaje para detectar si traías contrabando de drogas... o condones. 

La célebre resolución judicial Roe v Wade en EEUU, más la decisión de la Corte Suprema irlandesa sobre el caso McGee, movilizaron a los ultraconservadores para imponer en la Constitución la infame cláusula provida llamada "8a Enmienda", que en la práctica establece que una mujer embarazada no tiene más derechos que el feto.

En 1992 la brega entre proelección y provida vivió otro choque con el Caso X. Una muchacha de 14 años había sido violada y quedó embarazada. Su salud mental era delicada y sufría pensamientos suicidas. Sus padres, en vez de ir sigilosamente al Reino Unido, llevaron su hija abiertamente al otro lado del Irish Sea no sólo para un aborto, sino para tomar además una muestra de ADN del feto y usarla judicialmente contra el violador. Una decisión de la Corte Suprema dictó que efectivamente la 8a Enmienda no rige si está en riesgo la vida de la mujer, incluido el riesgo de suicidio, y que es imposible restringir el derecho a viajar para proceder a un aborto.


El año 2007 otra controversia volvió nuevamente a demostrar lo inadecuado de la 8a Enmienda. Analizamos acá en Chile Liberal el Caso de Miss Den Irlanda. Pero ha habido en el intertanto muchos otros. Miss Y fue una refugiada política que descubrió ya asilada en Irlanda que estaba embarazada producto de una violación de guerra perpetrada en el país del que huía. Miss P, una joven madre quedó en estado vegetal mientras estaba embarazada pero los médicos no podían desconectarla porque el feto alojado en su cuerpo continuaba mostrando actividad cardíaca a pesar de no tener cómo sobrevivir. Tal fue su estado de descomposición que las enfermeras debían maquillarla para que la vieran sus hijos. La Corte Suprema sentenció que podían desconectarla, como encarecidamente solicitaba su familia.

BASTA
El caso de Savita el 2012 fue la pluma que le rompió las patas al camello. Con el factor agregado de que hoy los irlandeses ya no recibirán la anunciada visita del Sumpo Pontífice romano como lo hicieron en 1982, cuando se decretaron 3 días feriados para venerar al polaco. Si la visita del Papa argentino a Chile fue un fiasco, lo de Irlanda puede ser incluso más bochornosa.


En 1995 Irlanda debió realizar un plebiscito para remover otra enmienda ultraconservadora, esta vez una que prohibía el divorcio. El Sí ganó y dejó a Chile en ese entonces como el único caso de país sin ley de divorcio. Hoy en Chile se acaba de morigerar la ultraconservadora ley de aborto, que también está incrustada en la Constitución. Como vemos ambos países tienen mucho en común. 

El Taoiseach de la República de Irlanda ("Primer Ministro"), Leo Varadkar, ya ha anunciado que antes de fin de año ya regirá la nueva normativa sobre la terminación de embarazos en su país. En Chile no olvidemos que apenas se ha despenalizado el aborto en tres causales específicas. Es hora de usar el actual impulso feminista y promover una ley sensata, sin inspiración religiosa, que regule el aborto como una cuestión de conciencia. ¿Lo lograremos en Chile? 

En Irlanda el Sí a la derogación de la 8a Enmienda ganó ampliamente con un contundente 66%. Cuando se conocieron los resultados, el memorial a Savita se llenó de flores, velas y mensajes diciendo: "Perdónanos, Savita, tardamos mucho tiempo" y "Never Again". Esperemos que los ultraconservadores no maten a alguien en Chile para corregir de una vez por todas esas provisiones provida que no tienen cabida en una sociedad civilizada. ¿Qué esperamos para actuar?




domingo, 20 de mayo de 2018

Boda Real: Lo hicieron nuevamente

La monarquía británica sigue más vigente que nunca



La brega entre monarquistas y republicanos quedó en el baúl de los recuerdos como una anacronía curiosa. En la actualidad varios de los países más modernos, progresistas y con mayor protección de las libertades individuales son monarquías: Suecia, Dinamarca, Reino Unido, por dar sólo unos ejemplos. En Chile Liberal somos republicanos acérrimos pero ayer, la verdad sea dicha, fuimos monarquistas totales.

Alguna vez fue imposible contraer nupcias para un miembro de la familia real con una plebeya, peor si provenía de las incivilizadas Plantaciones de Norteamérica. ¿Más aún, hija de esclavos? La monarquía británica, con un milenio de historia a sus espaldas, demuestra hoy estar más conectada con sus súbditos que nunca antes. La boda real entre Enrique y Meghan captura el espíritu del Reino Unido contemporáneo: global, abierto, pluralista, multicultural y multiétnico.

Isabel II no gobierna, reina. Concepto sencillo pero potente. En el caso británico la monarquía no es absolutista. Sus poderes están circunscritos y limitados por una Constitución no escrita (excentricidad británica por excelencia: esa gente no pierde tiempo en redactar constituciones). Si indagamos en ella, de hecho, observamos que la soberanía reside en el Parlamento, no en el monarca, ni tampoco en "el pueblo", como ocurre en otras latitudes. Lo corroboramos en el caso del Brexit.

Todos recordamos exactamente qué hacíamos el 31 de agosto de 1997 cuando escuchamos: "muere Lady Di". Se le llamó la "Reina de los corazones" en alusión a Alicia en el País de las Maravillas. Tony Blair ⎯un orador brillante⎯, en su discurso fúnebre la inmortalizó como la Princesa del Pueblo. Su trágico y repentino deceso, del cual con nuestro morbo y avidez por la cultura de la celebridad todos fuimos responsables, nos dejó turbados. El sentimiento de culpa fue casi intolerable cuando vimos a los pequeños Enrique y Guillermo sepultar a su mamá y nos preguntamos entre sollozos si alguna vez esos muchachos criados en una burbuja palaciega podrían ser gente normal como tú o yo.

Guillermo resultó ser un tipo afable y muy aterrizado, con más sentido de la humildad que muchos piojos resucitados que alguna vez hemos conocido. Basta ver las imágenes de su matrimonio el 2011 para constatar que se casó tan enamorado de la mujer de su vida como cualquiera de nosotros, plebeyos que nunca heredaremos fastuosos castillos ni títulos nobiliarios. Al final ¿qué importa todo eso? Sólo el marxista más recalcitrantemente fanático de la lucha de clases podría no vitorear estas bodas reales.

Enrique ayer se mostró tan emocionado como yo cuando vi a Chanchi vestida de blanco el día que nos casamos. Y lo mismo corre para cualquiera. Todos fuimos parte de la gran ceremonia en Windsor, presenciada por televisión en directo por un quinto de la población mundial y cubierta sin excepción por todos los medios de prensa, y festejada por muchos británicos y amigos de otros países que se apostaron en los alrededores con sus sándwiches y termos de té mientras enarbolaban Union Jacks.

La duquesa Catalina de Cambridge ya ha dado a luz a tres hijos. Nuestros parabienes a ella y su marido. Le deseamos dicha por formar una familia y lo mismo a Enrique y Meghan, hoy duques de Sussex. El Príncipe Carlos, quien entregó a su nuera en el altar, parece un hombre contento después de rehacer su vida con Camila. La Reina se ve orgullosa de haber reinado el país durante la reconstrucción después de dos guerras mundiales y de ser la madre de una familia bastante normal, a pesar del boato.

En las entrevistas ninguno de los hijos de Diana habla con ese encopetado tubérculo bucal que simboliza lo más arcaico, rancio y afectado de la lengua de Shakespeare. Su acento no es señorial sino la clásica entonación de los británicos educados, de clase media. A veces incluso deslizan algunos sonidos oclusivos glotales ⎯ propios de las clases populares. 

Guillermo pasó casi tres meses haciendo trabajos voluntarios en la región de Aysén, Chile, desde octubre a diciembre de 2000, donde aprendió hasta a hacer pan amasado. La entonces Kate Middleton hizo algo muy similar, pero de enero a marzo del año siguiente, en la misma región. Ambas estadías fueron parte del habitual "gap year" que se toman muchos británicos. De seguro ese fue uno de los puntos en común cuando Guillermo entabló conversación por primera vez ("empezó a engrupirse") con Kate en el bastante modesto y ya mítico Café Northpoint, en el pueblito de St Andrews, cuando ambos estudiaban en la universidad homónima. 

Harry, por su parte, visitó como un tipo más un hogar de menores en Pudahuel, en los suburbios de Santiago, el año 2014. Si incluso los príncipes tienen una cierta conexión con nuestro lejano país, donde siempre el Reino Unido ha sido un paradigma (por combinar mercados abiertos con protección social bajo un régimen democrático), más aún están conectados con el resto de los súbditos de su abuelita y suegra, respectivamente.

Ayer en la ceremonia hubo un asiento vacío en la Capilla de San Jorge, en Windsor, delante de la Reina Isabel II. Algunos asumieron que era un puesto simbólico reservado para Lady Di. En realidad es parte del protocolo real que nadie se siente delante de Su Majestad, pero Diana estaba de algún modo ahí presente y me vino un gran sobrecogimiento con aquella foto. La mamá de Meghan estaba genuinamente emocionada como cualquier mamá que ve a su hija casarse feliz  irrelevante que sea en segundas nupcias. Lady Di estaría dichosa de ver que sus hijos salieron buenos cabros, casados con buenas chiquillas. Sería una mamá feliz.


domingo, 13 de mayo de 2018

Atomic!

Oh your hair is beautiful...
Tonight...
Atomic!

-"Atomic" (1980), Blondie


Boom
EEUU, adalid de la libertad universal, ya lanzó dos bombas atómicas en Japón y gaseó civiles no armados con napalm y Agent Orange en Vietnam. Tal como esos fanáticos born again Christians, gente borracha y coquera que luego "descubre a Cristo" e imponen su novel puritanismo a medio mundo, EEUU ahora tiene una misión: nadie más aparte de ellos mismos podrá usar bombas atómicas ni gasear civiles con armas químicas.

Existe un pacto mundial activado por los vencedores de la II Guerra Mundial para impedir que proliferen las armas nucleares, en especial, para alejar de arsenal atómico a países inestables. Hoy, el acceso al botón nuclear lo tiene un impredecible neofascista, misógino y  racista, quien ha vuelto al mundo un polvorín. La prevalencia de la vida en la Tierra depende de un señor de bisoñé, adicto a la Coca Cola y las papas fritas que las consume hasta la madrugada mientras ve tele y tuitea como loco.

En este blog hablábamos del regocijo en que vivimos los años 90. En ese época, después del desplome de la Unión Soviética y con la caída del Muro de la Vergüenza, creímos puerilmente que el mundo post Guerra Fría había sido liberado del miedo a la "Tercera Guerra Mundial" y la posibilidad de una conflagración a bombazos nucleares quedaba sepultada para siempre. Nuestras vidas habían pendido de un hilo desde la Conferencia de Yalta en 1945 --y gracias a Fidel Castro casi fue realidad--, pero finalmente despertamos de esa pesadilla a un mundo auspicioso. Los millenials hoy no creen que se vivió tanto tiempo en ascuas ante el temor a que soviéticos y norteamericanos se lanzaran armas nucleares y que la radiación nos matara a todos. El tema Russians (1985) de Sting capturó magníficamente el espíritu de su época.

Un poco de perspectiva
La humanidad tomó conciencia de que por primera vez en la Historia disponía del poder tecnológico para destruirse a sí misma y con esta terrible realidad comenzó la era post-moderna. Los punks --un movimiento occidental contracultura-- adoptaron esa estrafalaria estética de cortes mohicanos y pelos parados imitando el efecto que suponíamos tendría la radiación nuclear sobre los humanos. 

No obstante, mirados esos años bajo la óptica actual, el mundo binario y la brega entre Occidente Capitalista versus Bloque Soviético comunista resultó brindar un frágil equilibrio. Después de cada "cumbre" de los líderes de la URSS y EEUU respirábamos un poco más tranquilos: no habría otra crisis de los misiles y en realidad la proliferación nuclear podía mitigarse. Los matones del mundo al menos se temían el uno al otro. El teléfono rojo era la única esperanza de salvarnos justo antes que los amos del planeta decidieran hacerse un harakiri gigante, arrastrándonos a todos. En los años 80 la expansión económica ultraliberal, los yuppies jalando coca y la irrupción del sida auguraban problemas más apremiantes para occidente, si bien el temor a la guerra nuclear seguía latente y cruzábamos los dedos.

El temor real vino después, cuando las obsoletas y flatulentas tecnologías rusas esparcidas en la esfera comunista, por su carácter vetusto, podían causar otro Chérnobyl, o se emplearían en feroces guerras tribales ahí donde los soviéticos alguna vez pusieron orden.

Pero los años 90 y el supuesto fin de la Historia fueron un espejismo bien tonto. Hoy, no es el secretario general de la nomenclatura comunista quien reivindica su derecho a las armas nucleares, sino los líderes completamente desquiciados los que o tienen bombas nucleares, como Donald Trump, o aspiran a producirlas como Kim Jong-un en Norcorea o Hassan Rohani en Irán.

Con una cuota de escepticismo y algo de candidez pensamos hasta los 80 que EEUU nos podía proteger. Pasamos a los 90 muertos de la risa mientras descubríamos la Internet, leíamos a Fukuyama y jurábamos que el comunismo quedaba enterrado en el siglo 20 junto al nazismo. Nunca pensamos en la época en que nos deleitábamos con el britpop y bailábamos en las desenfrenadas fiestas rave que al final la Unión Soviética resultaría ser el mal necesario que mantenía a occidente a raya, y que dos décadas más tarde, sin Guerra Fría, el mundo sería un polvorín peligrosísimo, y que EEUU ya no es garantía de paz ni estabilidad sino una potencia en decadencia material y ética. Su presidente actual lo refleja.

De "armados par la paz" al Armagedón
¿Por qué hay países que quieren procurarse arsenal nuclear? El milenarismo, doctrina crística surgida de las entrañas de EEUU, añora un armagedón nuclear ya que constituiría el Armagedón del Apocalipsis: en medio de las fisiones atómicas y de las ondas radioactivas, el Señor Jesús bajará del Cielo a la Tierra (y sostienen que descendería específicamente al condado de Jackson, Misouri) y comenzará el Juicio Final. Son unánimemente adeptos a Donald Trump. Se han aliado con los integristas judíos de ultraderecha en un esfuerzo por reconstruir el Tercer Templo de Jerusalén, el cual sería el gran signo profetizado en el Apocalipsis de que el Juicio Final se acerca. Vemos con inquietud la alianza entre crísticos norteamericaos y judíos ultraortodoxos bajo el auspicio de Trump, en particular ahora con la instalación de la Embajada de EEUU en Jerusalén. Estamos ante locos de marca mayor.

Hace un par de días una tirada de 70 rockets israelíes fue lanzada desde los Altos del Golán hacia el sur de Siria (ver foto abajo) para debilitar a la milicia libanesa chíita Hizbolá, un acto de Israel destinado a poner en su lugar a Irán, en momentos en que el Primer Ministro israelí vuelve de una visita a Moscú. Rusia apoya a Irán pero Israel le exige que no le venda las armas de mayor sofisticación, en especial los rockets S-300. Al mismo tiempo, EEUU patea la mesa y se retira de las negociaciones con Irán que intentaban evitar que éste último prosiga sus aspiraciones nucleares. La tensión llega al máximo. Emmanuel Macron llama a una "desescalada" y por supuesto nadie le da bola.
Asimismo, alejados de Oriente Medio, en Asia, Kim Jong-un tiene motivaciones similares a las de Irán. Debemos aquí entender el intríngulis del asunto: la tecnología nuclear es relativamente sencilla y de costo más bien bajo. No se requiere de enormes esfuerzos científicos ni monumentales presupuestos para enriquecer uranio. Es necesario conseguirse armas nucleares para ponerse de igual a igual frente a cualquier otra potencia militar mundial.

En Corea del Norte, donde gracias a los comunistas la gente ha comido guaguas (los comunistas desde siempre causaron hambrunas como en Ucrania o Rusia donde la gente también se comía guaguas: de ahí el adjetivo comunistas comeguaguas. Este epíteto no se aplica directamente a los comunistas, como sarcásticamente sostiene la diputada Vallejo o el alcalde Jadue, porque los mandamases en las nomenclaturas comunistas viven orondos y comen opíparamente: es el proletariado al que ellos supuestamente defienden el que se caga de hambre en sus repugnantes regímenes), jamás podrían desplegar una fuerza militar capaz de hablar de tú a tú a EEUU. Pero basta una bomba nuclear y ya está.

A King Jong-un lo consideramos un peligroso clown pero en su desquicio el tipo sigue una cierta lógica. Con tropas americanas estacionadas en Corea del Sur desde la Guerra de Corea, cuando su abuelo Kim Il-sung era un osado líder antiimperialista y teórico marxista, su régimen hoy necesita de armamento nuclear para contar con una fuerza militar capaz de igualarse con EEUU y mantenerlos al sur del paralelo 38º y así evitar convertirse en otra Vietnam. La pequeña Norcorea puede desplegar un volumen de efectivos militares que apenas le haría cosquillas a EEUU, por eso necesita imperiosamente un arma nuclear y así mágicamente se empareja la cancha. Comprobamos acá cómo EEUU contra-intuitivamente genera las condiciones que vuelven al mundo un lugar peligroso.

La reciente cumbre entre Kim Jong-un y Moon Jae-in, líder de la Corea capitalista, quizás promete una nueva era. Extasiados, un grupo de congresistas norteamericanos proponen a Donald Trump como candidato al Nobel de la paz. Se ha fijado incluso fecha para tal cumbre de payasos: Trump y Kim Jong-un se encontrarían en un tête-à-tête en Singapur el 12 de junio del 2018. 

Es imposible saber qué ocurrirá. Lo único que sabemos es que el mundo ya no es bipolar sino multipolar. EEUU cada vez más esmirriado y con la UE post-Brexit ya asumida como una anémica y espectacular irrelevancia internacional, el mundo pasó del frágil equilibrio de la Guerra Fría a la hegemonía ultraliberal occidental noventera y de ahí a un inesperada atomización actual del poder. El mundo está atomizado tanto en el sentido en que una cacofonía de pequeños caudillos regionales son los vigilantes de su sector, y atomizado porque actualmente hay más locos decididos a procurarse armas atómicas y están listos para apretar el botón.