martes, 8 de octubre de 2013

Economicidio a la francesa

El sindicalismo es el enemigo número uno de la innovación, la productividad, la inversión, e incluso de los intereses de los propios trabajadores



Francia cuenta con industrias de prestigio tales como su perfumería, siendo las fragancias francesas las más renombradas y reconocibles del planeta. El país además recibe anualmente más de 60 millones de turistas convirtiéndolo en el destino turístico número uno a nivel mundial. Visita obligada de todos los visitantes es la capital, París. En la Ciudad Luz, los millones de viajeros no pueden dejar de conocer su avenida más famosa, los Campos Elíseos. 

No es de extrañarse que la más grande cadena francesa de perfumes, Sephora, haya instalado su tienda más emblemática en los Champs Elysées, para delicia de sus clientes locales e internacionales, y también de sus accionistas. 

Un tema menos glamoroso es el desempleo francés, que ha llegado a un récord histórico que ya supera el 11%. Dentro de las medidas necesarias para paliar la endémica cesantía los franceses deberían sacar provecho de sus productos de impresionante valor agregado vendiendo cada vez más perfumes a los millones de turistas que pasean por “la avenida más bella del mundo”. Excepto un detalle: la más poderosa agrupación sindical llevó a tribunales a Sephora para denunciar sus largas jornadas de abertura. 

"Numerosos empleados de Sephora decepcionados
 por la prohibición de abrir de noche"
La justicia ha ordenado que Sephora —la perfumería más reconocible del mundo en la capital del país de los perfumes—, cierre sus puertas a las 21 hrs y venda menos. El 20% de sus ventas esta tienda las realiza después de las 21 hrs. Francia, también reconocida por su producción literaria, ha dado al mundo grandes novelas fantásticas, como por ejemplo las narraciones de Jules Verne. Pero la realidad supera cualquiera de las ficciones más alocadas de Verne cuando los propios trabajadores de Sephora organizan una manifestación tanto fuera de la tienda como en los tribunales, para denunciar la intromisión de la poderosa CGT, la multisindical culpable del cierre nocturno de Sephora. Los trabajadores ahora se exponen a una pérdida del 30% de su ingreso mensual ya que los patrones sindicales quieren que los empleados trabajen menos.

Prohibido el DIY los domingos
La trifulca entre los trabajadores de Sephora y las cúpulas sindicales escaló aún más cuando los empleados de Leroy Merlin y Castorama, dos grandes cadenas de bricolaje (equivalentes al Easy y Sodimac), decidieron organizar su propia revuelta contra el Soviet Supremo sindical y portando camisetas con la consigna “Yes Weekend” —parodia de Yes We Can— exigieron que sus empleadores abrieran los domingos.

Sí, en Francia gran parte del comercio cierra los domingos gracias a las luchas en las calles y las reivindicaciones del pueblo unido que jamás será vencido. Una insensatez como pocas. “Conquista social” le llaman a esta estupidez.

En plena crisis económica, con pérdida del poder de compra, aumento de impuestos y menos comercio, los trabajadores galos buscan trabajar los domingos para lograr la odisea de llegar a fin de mes. Los gerentes de estas cadenas anunciaron que desafiarían a la ley y al establishment sindical y que abrirían sus tiendas a pesar de la prohibición. 

¿Resultado? Los clientes hacían fila para ir a comprar los materiales que les permitieran enchular sus hogares. Con café y galletas los trabajadores recibían a los clientes, portando sus camisetas “Yes Weekend” y desplegando lienzos a favor de trabajar los domingos.  150 mil euros de multa le cursaron a los cochinos y explotadores empresarios cuyo gran pecado es vender materiales al público y crear fuentes de empleo. Malditos. Eso no corresponde. Debe multarse. Los gerentes y trabajadores calificaron como un éxito la jornada de movilización. Al día siguiente, una reunión de emergencia en Matignon, la casa de gobierno, fue el resultado de esta verdadero acto de desobediencia civil.

Cuando las mafias sindicales se ven amenazadas, golpean con todo. La respuesta no se hizo esperar. A los pocos días del fiasco de Sephora y de las cadenas de bricolaje, otra denuncia de los mandamases sindicales logró que los supermercados Monoprix cerrasen a las 9 de la noche. Nuevamente, los trabajadores ven mermadas sus horas laborales, disminuyen sus ingresos, con todo lo que eso implica. “En Monoprix ganamos las elecciones”, arguyó un mandamás sindical. Los trabajadores ni siquiera recuerdan haber votado por esos sujetos, menos aún han aprobado el cierre los domingos. 

Todas estas tonterías sólo son posibles en un país donde el sindicalismo es una fuerza paralela que eclipsa incluso a las autoridades elegidas. Es letal que gobiernen grupos paralelos: es antidemocrático. 

En Francia —como en cualquier otro país— desregulaciones, liberalizaciones y reformas estructurales permitirían mejorar la productividad y mitigar el altísimo desempleo. Los fiascos de Sephora, Leroy Merlin-Castorama y Monoprix son crímenes de lesa economía. Podemos llamarles “economicidio”.

La situación es acuciante pero el sindicalismo está dispuesto a poner al país de rodillas con tal de imponer sus retorcidos términos para así anteponer sus intereses a los de los trabajadores, y de paso, roncar fuerte para mostrar que el poder lo tienen ellos, los reivindicadores sociales, y no los empresarios, que son unos cochinos, ni menos los trabajadores, que son unos idiotas que prefieren trabajar en vez de exigir derechos, lo que es mucho más fácil, y digno de un verdadero proletario. 

Es triste ver Francia con un desempleo de dos dígitos porque es, además, completamente evitable. Es imposible encontrar un puto taxi porque es tal la regulación de los taxistas que al final son un cartel: cualquier intento de reforma y paralizan las calles, aeropuertos y carreteras. Imposible encontrar un gásfiter. Imposible encontrar alguien que te pasee el perro o te pinte el departamento. El código del trabajo francés es un mamotreto que pesa 3 kg, contiene más de 10 mil complejas regulaciones que nadie, salvo un abogado especializado, es capaz de comprender. A esto, los pelotudos también le llaman “conquista social”. 

Mientras tanto, millones de personas de baja calificación no encuentran trabajo. Es completamente estúpido. Pero el culpable número uno es la obstinación de los sindicatos y su manía por hacer demostraciones de fuerza. “Nosotros queremos comprar y ellos necesitan trabajar”, es el comentario que hace todo el mundo en estos días. ¿Quién se interpone entre quienes quieren hacer sus compras y quienes quieren trabajar? Quién más sino los mandamases de los sindicatos.

Destrúyanlos
Sarkozy prometió enfrentar de una vez y para siempre a los sindicalistas, pero no pudo. Hollande ni siquiera lo ha intentado, y cómo iba a hacerlo, si incluso han cometido otro economicidio: cobrar impuestos por las horas extras trabajadas. 

El sindicalismo es a la economía como el virus del VIH al sistema inmune: un descuido y ataca, dejando vulnerable al sistema inmune para que se declare el SIDA. En el Reino Unido, sólo la férrea Margaret Thatcher logró romper al sindicalismo para siempre. En Francia, aún pena tener una Dama de Hierro que barra con esta epidemia. 

En el colmo de la insensatez, en Chile gente como Marco Enríquez-Ominami propone la letal “sindicalización automática” (el infame closed shop, como se conoce en inglés) entre otros disparates. Es deber de Chile Liberal advertirle a sus lectores que muy bien hacen en no escatimar recursos en la lucha contra el sindicalismo. El país entero lo agradecerá, pero ante todo, los trabajadores serán los primeros beneficiados.

"¡Trabajar el domingo es mi decisión!"

Addenda (9/10/2013): Anoche llegó el plazo final y la tienda Sephora debió cerrar a las 21 hrs. Claro que antes de cerrar las puertas los trabajadores organizaron un acto de protesta bastante festivo y que apareció en los principales noticieros. A continuación pueden ver un breve video con la manifestación y las declaraciones de los trabajadores

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.cepchile.cl/1_4452/doc/sindicalizacion_automatica.html#.UlS1AdIyJ_w

Supongo que el socialista liberal de Burges defenderá el nocivo sindicalismo.

Ignacio Burges dijo...

Bueno patito, tu defiendes el corporativismo, si admiras a Mises y a Hayek, digo yo,ja,ja,ja,ja.

Pd: Patito , ahí quedaste con los emplazamientos, documentados por cierto, que te hice, eres patético.